lunes, 6 de septiembre de 2010

Antes del principio

Antes del principio

Existo antes del sonido, del concepto de Dios; soy su igual o superior, padre, hermano, madre, padre o hijo; las jerarquías eran nulas. Puedo ser imaginario y permanecer en la mente humana, en los instintos bestiales o en el beso del aire. Soy dentro y fuera mas no omnipresente. Porque soy antes del tiempo, antes de un mundo de formulas, instintito, físico o pensamiento. Existo como amorfo, ser abstracto y ladron de figuras.

Anterior al universo de puntos ígneos y una lógica incomprensible; todo era una hermosa penumbra, era la nada, tal como conciben el vacío, sin forma o textura y sin embargo todo de sutil tacto materno, sin tamaño, gelatinoso y seco. El lugar de los que no poseemos nombre.

Nos arrastrábamos volando y a nado; andábamos en todo movimiento sin rumbo y buscando el ascenso, avanzabamos inmoviles e infinitos, no expreso tiempo pues no existía, ahora imaginen un parpadeo o la larga vida del universo antes de su conocimiento ¿En donde existíamos, qué éramos? Todo y nada, lo éramos todo sin ser algo, poseyendo forma visible o invisible, recorríamos lo desconocido sin generar conocimiento, sin sentimiento o remordimiento. Nos acariciábamos en múltiples tactos en un extasis de toda sensación.

No poseíamos ojos y no éramos ciegos. Sin cuerpo y poseyéndolo todo. Fuimos libres de todo concepto después concebido. Todos hermanos, hijos, madres, padres, uno solo como un organismo y cada célula con su propio sentir.


Un día, una noche ¿Cómo explicarlo sin un tiempo? Un destello surgió de la nada, de unos cuantos de nosotros, manó el terror en el cosmos, la luz brotó y nos quemó unos momentos, una eternidad a otros. Pronto me deformé o formé tomando una figura, refugiándome en la sombra de los calcinados, adaptándome a apariencias ajenas a la mía, cubriéndome en un abrazo de lágrimas me recorrían como a un río sin agua, un mudo gemido.


Desde ahí vi el cuerpo de mis familiares arder, sus gritos eran centellas que me entristecían profundamente, había sacrificado Él, el destructor y dador de forma a sus padres e hijos, condenándolos a consumirse hasta perder su voluntad, transformando el bramido en un canto melancólico del cual se llegaba a desprender un fuerte sollozo que golpeaba a los otros como la primer explosión.


Un nuevo sentimiento me atrapó, me ahogaba y me cubría de raíces que tomaban mi identidad y la enmohecían, devastaban los muros de mi alma. El movimiento de otros cuerpos me hizo percatarme de una existencia desconocida, tiempo, surgida de la comparación del movimiento de otros al suyo; esto hizo de mi dolor una mayor tortura, una agonía que se extendía tanto como mi existir, retorciendo el pensamiento, creando ilusiones de prolongación antes desconocidas; sentí nostalgia por la nada, extrañé la caótica paz, y supe todo lo que había perdido sin merecer.

Los astros avanzaban, temía a lo nuevo. Me deslizaba
bajo la negrura de mi vieja muerte, me sorprendía de los pensamientos que creaba y desaparecían en mí.


Los lugares en los que me hallaba cambiaban, altas acumulaciones de piel sin vida caían y otras se alzaban aun más imponentes, creaban depresiones, escupían humo y polvo, sus dueños aun tenían parte de su antigua energía, sacudían su corazón de magma plasmando en su superficie: vida y muerte. Algunos otros suspiraban gases violáceos, azules, amarillos provocándoles alivio y cubriéndose con ellos, ocultaban su vergüenza a través de mascaras de vapor.


Me movía a otros cuando ellos lo permitían en su deambular cósmico y la luz de los sacrificados no podía tocarme. Conocí sitios desérticos, donde existía el perecer de lo viejo y su eterno letargo, o habitados, donde brotaban pequeñas figuras que me alegraban con su oscura belleza, su brutalidad y formas de mostrar afecto.


Busqué al causante, sin saber lo que haría a su encuentro, era uno de nosotros o lo había sido, todo se distorsionaba y algunos preferían perecer como roca sin encontrar destino flotando oscuros.


La fuerza de uno de los antiguos comenzaba a menguar, el día era cada vez más caluroso, la luz cambiaba, tintineaba, sus colores se perdían hasta diluirse y adquirir profundidad, se oscureció más que todo su alrededor . Se volvió un agujero en el cosmos, crecía devorando el fulgor y todo lo que hallaba a su paso. Un brillante cuarto de luna resplandeció en mi rostro, la extrañeza de un odio y alegría se fundían en mí, entonces grite riendo.

II


Él devastaba toda su cercanía, su poder era mayor al de la luz, mas no al de mi voluntad. Podía permanecer erguido, sonriente mientras él sorbía como líquido el universo. Cuando me dejé llevar por la fuerza de mi hermano, me encontré en un lugar distorsionado y hermoso en su totalidad, me hacía sentir como en antaño esa paz inigualable. El lugar cambiaba constantemente por las nuevas capturas. Navegué por todo este sitio sin tiempo pues no existía movimiento que marcara su vivencia y no supe lo que pasaba fuera de él. Viaje sin dirección pues no la había; ni arriba, ni abajo, izquierda o derecha, la orientación era imposible aquí.

La luz y la oscuridad se fundían en nítidos colores creando perfectos contrastes, el viento estelar devorado silbaba el viejo silencio. Otros como yo caían atraídos por su propia voluntad o como cuerpos sin fuerza. Acariciaban y se enraizaban a este su nuevo mundo, haciendo el amor con sus antiguas partes, consigo mismos o los trozos arrancados del todo. Me uní a esta orgía familiar de la que formaba parte como siempre un pedazo del infinito. Pero había cambiado, poseía sensaciones y pensamientos que nunca tuve y que ellos nunca tendrían, no las necesitaban para el goce de lo que eran, envidie su felicidad pero los amaba. No cambiaría ni destruiría su nueva dicha.


Encontré otras entradas como la que me trajeron y otras que expulsaban la materia como algo que no podían digerir los nuevos destructores y recreadores. Era un cuarto sin dimensiones de múltiples ventanas, unas más grandes que otras sin una forma definida. Cientos de espejos se cernían en ese cielo nebuloso, entradas y salidas a este múltiple universo.


Pasee hasta saciarme y cuando lo decidí, fue tiempo de liberarme, de romper los atamientos cediendo y siendo expulsado como una bala girando en espiral uniéndome a masas y energías. No supe la transformación que estos tuvieron al escape de donde nos hallábamos, ni su proceso hasta que fui expulsado regresando al frío cosmos.


Viaje como la sombra de una roca, sin una entidad física pasé por sistemas sin mostrarles importancia, en letargo aunque observando todo. Destellos finales de las primeras luces, y con ellas veía una aparición de un nuevo portal pero no estaba interesado; miré piedras, muchas piedras de distintos tamaños, fragmentos de mis hermanos o ellos mismos, pero habían perdido por completo su voluntad, sólo giraban unos en torno a otros, así como hice yo en ese momento.

Iba pereciendo, mis ojos se cerraron hasta olvidar mi ser y alrededor.


Talvez este era mi destino final...

2 comentarios:

  1. "los trozos arrancados del todo"
    ^^
    ¿asi es como debiera ser?
    ¿olvidar hasta ser una criatura amorfa ocupando un lugar por ocuparlo?
    Me gusto mucho!!
    Big-BanG!!
    ^^
    FABULOSO!!
    gracias!!

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