lunes, 6 de septiembre de 2010

Antes del principio

Antes del principio

Existo antes del sonido, del concepto de Dios; soy su igual o superior, padre, hermano, madre, padre o hijo; las jerarquías eran nulas. Puedo ser imaginario y permanecer en la mente humana, en los instintos bestiales o en el beso del aire. Soy dentro y fuera mas no omnipresente. Porque soy antes del tiempo, antes de un mundo de formulas, instintito, físico o pensamiento. Existo como amorfo, ser abstracto y ladron de figuras.

Anterior al universo de puntos ígneos y una lógica incomprensible; todo era una hermosa penumbra, era la nada, tal como conciben el vacío, sin forma o textura y sin embargo todo de sutil tacto materno, sin tamaño, gelatinoso y seco. El lugar de los que no poseemos nombre.

Nos arrastrábamos volando y a nado; andábamos en todo movimiento sin rumbo y buscando el ascenso, avanzabamos inmoviles e infinitos, no expreso tiempo pues no existía, ahora imaginen un parpadeo o la larga vida del universo antes de su conocimiento ¿En donde existíamos, qué éramos? Todo y nada, lo éramos todo sin ser algo, poseyendo forma visible o invisible, recorríamos lo desconocido sin generar conocimiento, sin sentimiento o remordimiento. Nos acariciábamos en múltiples tactos en un extasis de toda sensación.

No poseíamos ojos y no éramos ciegos. Sin cuerpo y poseyéndolo todo. Fuimos libres de todo concepto después concebido. Todos hermanos, hijos, madres, padres, uno solo como un organismo y cada célula con su propio sentir.


Un día, una noche ¿Cómo explicarlo sin un tiempo? Un destello surgió de la nada, de unos cuantos de nosotros, manó el terror en el cosmos, la luz brotó y nos quemó unos momentos, una eternidad a otros. Pronto me deformé o formé tomando una figura, refugiándome en la sombra de los calcinados, adaptándome a apariencias ajenas a la mía, cubriéndome en un abrazo de lágrimas me recorrían como a un río sin agua, un mudo gemido.


Desde ahí vi el cuerpo de mis familiares arder, sus gritos eran centellas que me entristecían profundamente, había sacrificado Él, el destructor y dador de forma a sus padres e hijos, condenándolos a consumirse hasta perder su voluntad, transformando el bramido en un canto melancólico del cual se llegaba a desprender un fuerte sollozo que golpeaba a los otros como la primer explosión.


Un nuevo sentimiento me atrapó, me ahogaba y me cubría de raíces que tomaban mi identidad y la enmohecían, devastaban los muros de mi alma. El movimiento de otros cuerpos me hizo percatarme de una existencia desconocida, tiempo, surgida de la comparación del movimiento de otros al suyo; esto hizo de mi dolor una mayor tortura, una agonía que se extendía tanto como mi existir, retorciendo el pensamiento, creando ilusiones de prolongación antes desconocidas; sentí nostalgia por la nada, extrañé la caótica paz, y supe todo lo que había perdido sin merecer.

Los astros avanzaban, temía a lo nuevo. Me deslizaba
bajo la negrura de mi vieja muerte, me sorprendía de los pensamientos que creaba y desaparecían en mí.


Los lugares en los que me hallaba cambiaban, altas acumulaciones de piel sin vida caían y otras se alzaban aun más imponentes, creaban depresiones, escupían humo y polvo, sus dueños aun tenían parte de su antigua energía, sacudían su corazón de magma plasmando en su superficie: vida y muerte. Algunos otros suspiraban gases violáceos, azules, amarillos provocándoles alivio y cubriéndose con ellos, ocultaban su vergüenza a través de mascaras de vapor.


Me movía a otros cuando ellos lo permitían en su deambular cósmico y la luz de los sacrificados no podía tocarme. Conocí sitios desérticos, donde existía el perecer de lo viejo y su eterno letargo, o habitados, donde brotaban pequeñas figuras que me alegraban con su oscura belleza, su brutalidad y formas de mostrar afecto.


Busqué al causante, sin saber lo que haría a su encuentro, era uno de nosotros o lo había sido, todo se distorsionaba y algunos preferían perecer como roca sin encontrar destino flotando oscuros.


La fuerza de uno de los antiguos comenzaba a menguar, el día era cada vez más caluroso, la luz cambiaba, tintineaba, sus colores se perdían hasta diluirse y adquirir profundidad, se oscureció más que todo su alrededor . Se volvió un agujero en el cosmos, crecía devorando el fulgor y todo lo que hallaba a su paso. Un brillante cuarto de luna resplandeció en mi rostro, la extrañeza de un odio y alegría se fundían en mí, entonces grite riendo.

II


Él devastaba toda su cercanía, su poder era mayor al de la luz, mas no al de mi voluntad. Podía permanecer erguido, sonriente mientras él sorbía como líquido el universo. Cuando me dejé llevar por la fuerza de mi hermano, me encontré en un lugar distorsionado y hermoso en su totalidad, me hacía sentir como en antaño esa paz inigualable. El lugar cambiaba constantemente por las nuevas capturas. Navegué por todo este sitio sin tiempo pues no existía movimiento que marcara su vivencia y no supe lo que pasaba fuera de él. Viaje sin dirección pues no la había; ni arriba, ni abajo, izquierda o derecha, la orientación era imposible aquí.

La luz y la oscuridad se fundían en nítidos colores creando perfectos contrastes, el viento estelar devorado silbaba el viejo silencio. Otros como yo caían atraídos por su propia voluntad o como cuerpos sin fuerza. Acariciaban y se enraizaban a este su nuevo mundo, haciendo el amor con sus antiguas partes, consigo mismos o los trozos arrancados del todo. Me uní a esta orgía familiar de la que formaba parte como siempre un pedazo del infinito. Pero había cambiado, poseía sensaciones y pensamientos que nunca tuve y que ellos nunca tendrían, no las necesitaban para el goce de lo que eran, envidie su felicidad pero los amaba. No cambiaría ni destruiría su nueva dicha.


Encontré otras entradas como la que me trajeron y otras que expulsaban la materia como algo que no podían digerir los nuevos destructores y recreadores. Era un cuarto sin dimensiones de múltiples ventanas, unas más grandes que otras sin una forma definida. Cientos de espejos se cernían en ese cielo nebuloso, entradas y salidas a este múltiple universo.


Pasee hasta saciarme y cuando lo decidí, fue tiempo de liberarme, de romper los atamientos cediendo y siendo expulsado como una bala girando en espiral uniéndome a masas y energías. No supe la transformación que estos tuvieron al escape de donde nos hallábamos, ni su proceso hasta que fui expulsado regresando al frío cosmos.


Viaje como la sombra de una roca, sin una entidad física pasé por sistemas sin mostrarles importancia, en letargo aunque observando todo. Destellos finales de las primeras luces, y con ellas veía una aparición de un nuevo portal pero no estaba interesado; miré piedras, muchas piedras de distintos tamaños, fragmentos de mis hermanos o ellos mismos, pero habían perdido por completo su voluntad, sólo giraban unos en torno a otros, así como hice yo en ese momento.

Iba pereciendo, mis ojos se cerraron hasta olvidar mi ser y alrededor.


Talvez este era mi destino final...

viernes, 28 de mayo de 2010

Discurso a un deprimido

Eres patético, tapando tu rostro con manos
Llorando sin estar ahogado en alcohol,
Sofocándote con tu propio nudo en la garganta
Extrañando un sueño que fue más que una ilusión.

No ríes al derramar lágrimas, no sonríes al dolor
Búrlate de él como él se carcajea de tu sufrimiento
Culpas a una persona por tu agonía
Eres incompleto debido a tu ceguera

Quiérete y busca un espejo en el cual amarte
Pero no ames al espejo pues se quebrara, rayara o empañara,
El reflejo será perturbado

Te hablé de ilusiones que causaban la felicidad
Ilusiones reales y palpables trastornándose a pesadillas,
Que te despertarían y atraparían,

Entristeces con tu depresión y caes en el hoyo que haces tu nuevo hogar
Eres sordo a palabras que no sean lo que deseas,
Pues regocíjate en tu agujero si es lo que quieres
Sal de él cuando desees y espero no mueras.

Ignoraste las palabras como si fueran las de un niño o un anciano.
Y ahora no hagas caso de mis palabras no soy nadie
Alguna vez fui algo que ahora se halla perdido
Disfruta de la vagabundez pues ella enseña
No hay camino y apenas se ven los senderos

Culpas y te hundes en fango, son una mierda
Lo son, nosotros lo somos, quieres domar a la bestia
Vuélvete una, se cruel, miente, vuélvete sueños
Se falso si es lo que quieres

Compite desgarrando corazones y acariciando labios
Mira como uno devora a otro, en una batalla de navajas al cuello
En la que cada quien se acerca a su propia muerte,
Vive para morir, y encuentra la muerte en el deseo, el deseo de la vida.

Esperanza espero un día mueras y contigo me devaste la realidad
Que oprimo y amo, que me tortura y motiva a caminar
Y en la cual ando en espiral.

Levántate y sigue,
corre y siente el viento,
escupe a Dios y ríe de la vida.

viernes, 16 de abril de 2010

Las sombras se alzan sobre mí como olas, tienen vida, me sumergen y atan, arrastrándome a lo desconocido. Me deshago en humo con fuego pero no me dejan, continúan su persecución, desean me una y muera, pero la muerte no existe en el infinito. Tengo miedo, bato mis alas en desesperación como ave encadenada, vuelo temblando y corro tropezando, no es mi paranoia puedo sentir su perversa sedosidad, anda, anda por calles de luces tenues y tintineantes. Toco a la puerta de la esperanza, déjame entrar, no puedo dormir, déjame tirarme a tu lado, querida, no apagues tu luz, no te apagues, abrázame.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Equilibrio bizarro



Amanece, despierto en un petate, mi cuerpo es pequeño y adolezco completamente, mis manos arden por ampollas y cortadas, un grito dice el nombre que creo me pertenece. En la cocina de piso de tierra una mujer se encuentra en cuclillas acomodando maraña y algunos pequeños leños, preparando el fogón, calentando tortillas y frijoles.

-Corre le a ayudarle a tu pá, ahorita les echo un grito pa’que se vengan por su taco.

Al terminar su oración salí corriendo al campo, él, cortaba la hierba con machete o la arrancaba con sus manos de palma amarillenta. Veía gotas que recorrían su rostro dejándolas caer al suelo o algunas siendo recogidas en un movimiento de brazo. Sigo su ejemplo y copio su labor, me divierto al cortar la hierba y ser refrescado por la brisa, el olor recién cortado es tan suave y relajante. Después de un rato, con las llagas ya reventadas, sin alzar la cara, pronuncia una corta y significativa oración.

-Apura le pilcate pa’que ya nos vayamos a comer.

Sus palabras simples me motivaron junto con el gruñido de mis tripas y el cansancio del trabajo. Un sonido rompió el silencio natural, llamando por un taco, solté las herramientas y me volví con el viento como una débil hoja de papel marchando con voluntad y determinación por un objetivo.

Al terminar la comida, que tenía un sazón diferente a toda sensación que pudiera recordar, me invadió un profundo sueño, me senté sobre la tierra y pegué la frente a las rodillas. Alguien movió mi hombro para levantarme, la atmósfera era grisácea y oscurecía cada vez más, mi nariz fue atacada por más de una peste citadina a la que me acostumbre hasta perder el olfato, distinguiendo sólo entre pestilencia fuerte y la ciudad.

Las clases habían terminado, el mundo se movía parar morir en otro lugar, todo aquel que caminara en un compás distinto era un fuereño, el paso de la muchedumbre era rápido, sus ojos estaban marcados fuertemente de la desconfianza en el mundo, pronto asumí mi rol como parte de aquella vida. A pesar del constante murmullo de mil pasos, los ojos se posan sobre mi figura; son cerdos, perros y bestias humanas buscando carne, obsesivos hambrientos de poco cerebro.

En el metro: rostros feos, mujeres gordas, niños pequeños que lloraban y eran maltratados por sus cuidadores, me provocaban asfixia visual y olfativa. Sólo esperaba llegar a casa, refugiarme en tibias aguas, ser abrazada por cobijas y ser parte de la televisión.

Todo tiene una belleza tan bizarra, que me es atractivo todo, aunque a otros les sea grotesco, tomo el recorrido de la metrópolis una y otra vez, siempre diferente y tan igual con su hermosura. Los viejos y sus arrugas, cargando con la cercanía de la muerte aunque esta se cierne sobre todos sin discriminación; los vagabundos de harapos y engaños para ganar la vida son los abogados de la calle; las gordas: madres, trabajadoras o cualquier cosa que puede ser una, saturadas de colesterol, preocupadas por su figura sin cambiar hábitos; niños llenos de quejas, de curiosidad ,de hambre física y por el saber, hambre de vida que nunca saciaran talvez más de lo que ahora; jóvenes universitarios, preparatorianos o de secundaria que son el futuro del país: esclavos o semireyes, ladrones o robados, fracasados o campeones. El matiz de la ciudad no puede ser asqueroso, el equilibrio de oscuridad y luz es tan perfecto, pero no hay artista que logre plasmar la vida o posea los colores que yo puedo ver.

Ella no encaja, es horrible con sus caderas torneadas y pechos redondos, sus ojos claros e intentando fingir lo que otros albergan profundamente. Esta desesperada por un refugio, por escapar de los hedores que la rodean, su pestañeo es lento y evade las luces por las que debería de dar gracias. Ella no puede ser parte del cuadro, lo arruina completamente. Baja del metro, evitando el contacto con otros, voy tras ella. Corre pero no sabe que existo, el día suspira sus últimas centellas y los faros se encienden, pero no pueden protegerla. La rodea mi brazo como serpiente sobre su cuello amenazando con el blanco filo de la navaja.

-¡SHHH! Arruinas mi escena

El aire le faltaba, no cortaba su respiración pero ella no podía tomarlo. Su aroma me fue dulce, la estreche contra mí palpándola, jalándola lentamente a la oscuridad de un callejón, la golpee arrojándola al suelo, desgarre sus prendas y la penetre, antes de soltar un grito rompiendo el nudo de su garganta le cubrí la boca, haciendo que su lengua tocara las yemas de mis dedos.

Mire su cara y mi vieja cara agonizando de dolor, me excitaba con mis gemidos de placer y los suyos de desesperación, el miedo se transpiraba en el callejón, cerré mis ojos, aumentando la velocidad y presionando su pecho ahogando a mi mente en pensamientos y sensaciones que brotaban de mi ser, la sangre era tibia y sentía como comenzaba a retorcerse, era lo mejor.

Alabanzas sin llegar a elogio, estruendosas trompetas que no provocan ruido, mire y oí todo en armonía, el cielo azul brillante y en la nada completamente, círculos brillantes y de todas las gamas danzando perfectamente, y en ellos pequeños movimientos y así en estos infinitamente, recordé vagamente una sensación que se diluía en todo lo que veía, escuchaba y era, simplemente en todo.

-Soñé era humano

La voz se perdió en la eternidad, y no supo cuando comenzó o termino, retorno la paz del caos, la visión universal y la verdadera perfección de la concepción del mundo.

domingo, 28 de marzo de 2010

Vuela, cae y arriba



Cualquiera puede volar en seda,

en la demencial explosión aturdecedora

despejando los limites desconocidos de la imaginación,

logrando elevarse sin pensar en caer,

descubriendo el sentido de la vida,

omitiendo palabras de significados ambiguos,

dejando sentires expresados en besos y caricias conjugados en verbos inexistentes


Al arrancar las alas de gaviota

las nubes y la tormenta apañan,

gris delirio entre relámpagos y estruendo

déjate caer en la húmeda arena

que el mar te lleve en su abrazo de espuma y frío,

ahogate,

despierta en la costa de la nada, del comienzo

Sonríe al final



El asesino sonriente, el bailarín de año nuevo,

el que saluda a los ángeles apocalípticos

al mirar el vacío en un tajo de medio león.


Un siete infinito del cielo atravesado

por el millar de navajas pestañeantes

en los cambios de lunáticas luces lunares,

en el beso impreso en papel el amor se perdió

en el tiempo como la oscura tinta derramada en mi sangre.


Él pasó tiempo al salto de la cuerda y tragó

buscando la llave en sorbos sabihondos

y, clavado sobre la lapida la fecha abstracta,

viene conmigo y la fiebre amarilla

al lugar de primates desterrados.

lunes, 15 de marzo de 2010

Stillover

Escuchaba atentamente, mirando su rostro y gestos, ella hablaba de su vida, sus problemas, sus viejas relaciones. Su persona tenía algo adictivo aunque en ese momento no lo supiera, de ella emana una luz que no puede ser vista, su tacto era calido, su voz relajante y energética. A pesar de los temas duros que se tocaban, no mostraba amargura o dolor ante ellos, la he querido desde hace años. Admiraba su optimismo, su inteligencia; no era idealista en sus razones para demostrar su alegría, sus argumentos me parecían bien fundados, aunque no las comprendiera del todo, siendo yo de un pensamiento negativo, aunque lo considere mas bien realista.

La conversación fluye como la cerveza, mis palabras se limitan a breves frases para expresar opiniones y pedir una ronda más, de vez en cuando su teléfono sonaba.

-¿Por qué no contestas?
-Es Joel, siempre llama, y no entiende que no, que ya no lo quiero, esta todo obsesionado.
-Mmm, y ¿por qué no contestas y lo dejas así?
-No paga él, sino sus padres
-Que lo regañen
-No lo hacen
-Mmm, si mejor no contestes.
-Sí


Pronto todo terminaría, sin saber cuando la volvería a ver, la acompañe lo más cerca de su casa que me fue posible y en un impulso disimulado la abrace, la mordí deseando comerla sin matarla, saborearla por siempre. Se fue.

El sentimiento se movía al igual que el caracol dejando su ligero rastro baboso, la semilla existía, la luz que la tocaba surtió efecto. Y un día cuando la sensación me ahogaba y el alcohol corría alegre por mis venas, un mensaje surgió – te quiero y me gustas demasiado, más de lo que podría soportar- no hubo respuesta hasta días después.

Surgiendo con un tono de burla y dicha “que buen mensaje desvelador, lastima que no tenía crédito”. Acordamos en salir, pero no dejamos de hablarnos, la poesía se daba y sentía la competencia por ver quien escribía algo más bello que el otro, quien enamoraba o estaba más enamorado. Ella ganaba las batallas con su prosa poética de su historia y yo defendía mi afecto en un intento de versos, que eran opacados pero bien apreciados.

A la voz del teléfono, difícilmente se dejaba la conversación, narrábamos nuestros días, problemas y sensaciones: tristezas, alegrías, extrañamientos y extrañezas, todo era tan interesante y nuevo, tan doloroso y lleno de gracia. Cada noche esperaba su llamada, mi dosis, dormía intranquilo sin ella, pero a veces pasaba. Me enamoraba de ella, pero ¿quien no lo hubiera hecho, el homosexual, su mejor amiga, el sacerdote? Cualquiera era indefenso de su encanto que hechizaba de diversos modos al mundo. ¿Quien no se hubiera enamorado de aquella criatura de piel morena, y luz sin fin? Los hombres eran moscas electrificadas a la luz. Llegue a considerarla un imán que atraía a los demás y por ello nunca estaría sola, pero por eso mismo lastimaba al no tener tiempo para todos. Yo me veía diferente, como aquel personaje que puede acercarse sin llamar la atención, aquel que influye pero no necesita de nadie, una persona solitaria.

Ahora estaba enamorado aunque no lo aceptara, había cambiado y mi humanidad se reflejaba en mis palabras y mi cara, me volví ajeno a lo que era, extrañaba a mi viejo ser, pero amaba lo que sentía. Me hice a la idea de deber confiar en ella, romper la idea de desconfianza hacia todo el mundo, hallando en cada uno una traición en potencia, claro, esto no dejaba de ser cierto, pero era algo que intentaba evitar.

Nos vimos en el centro a las 6 y media de la tarde, llegando ella media hora tarde y yo diez minutos antes de su llegada.

Me quite los auriculares y mientras me preguntaba ¿cómo estaba? Yo la envolvía en mis brazos, respondiendo –bien, ya bien- era tan sano ese cariño y tan enferma la desesperación de querer hacerlo, de pensar que lo necesitaba, y ahora todo estaba bien.

Caminamos sin toque alguno después, no la pude mirar a los ojos y no me atreví a tomar su mano, hablamos como viejos amigos como si nunca palabras de amor hubieran sido profesadas. Mi rostro y actitud no mostraron nada, mi sistema de defensa aun estaba activo, y reprimía toda emoción antes de ser emitida, aunque ahora podía sentirla fluyendo tras la capa de la piel y músculos que ocultaban mi alma ardiendo.

Pidió mi compañía a casa de su prima, su antiguo hogar, al que pensé me haría pasar, cuando salio anfitriona, haciendo presunción de mi y mi cabello, la salude con gusto y desconcierto, esperaba entrar, cuando ambas se despidieron de mi, y ella mi amor perdiéndose en la oscuridad mando un beso al cual correspondí con incierto. Ande rumbo al zócalo, una vez ahí me senté, fume un cigarrillo y medite en lo sucedido. No encontré respuesta mas que, que ella se había arrepentido, sufrido mucho por hombres o que al estar a mi lado y ver mi inexpresividad, creyó mis palabras bazofia.

Llegue a mi pedazo de abismo, sentándome frente a una luz que emanaba, sabiduría, estupidez y mantenía mi contacto con gente que creía viva. Y ahí estaba, le hable sin soportar la duda, ¿qué paso? ¿Qué fue eso? Fue natural y hermoso confesar los secretos que nos protegían el uno del otro, desnudamos nuestro pensamiento y supimos que no teníamos armadura más que un mecanismo oscuro y una burbuja rosada. Desarrolle un plan, sabía como ayudarla.

Un par de semanas después en un bar café, nos veíamos de nuevo charlando de todo, pero estaba dispuesto y preparado para romper con su envoltura imaginaria que la alejaba, había inhibido mi defensa para ello, hallándome desnudo asolando la mascara. Me deleitaba con su voz y la miraba, un deseo marcho junto con mi plan, entonces intente mirar sus ojos y nunca perderlos de vista, intente robar la luz que emanaba. Ella lo noto, pidiendo que dejara de mirarla así, pero me negué, me evadía pero era imposible que no sentir esa intensidad sobre decir te quiero con sólo mirar, me pregunto como habrá sido el tiempo para ella, si fueron segundos, minutos, horas de tortura o tentación. – ¡Al diablo te voy a besar!- me acerque un poco, y tiro de mi cabello suavemente tomándome de la nuca.


Me beso, esperaba unos labios más suaves, diferentes. Pero en cambio fueron tensos en una maniobra hábil, en la que dominaban mis labios que parecieran no dejar, y nunca creí poder extrañar tanto ese beso nervioso que después se torno natural irradiando un fragmento del sentimiento inexpresable.

La relación se tornaba difícil al menos para mi, no entendía muchas cosas, ni las actitudes que debía asumir, le hacía mil preguntas que discutíamos tranquilamente, era tan feliz en esa complejidad e ignorancia, no lo llegaba a saber todo pero siempre aprendía. Una o más veces me confeso el temor que sentía por la extravagancia de mi pensamiento a pesar de que no fuera brutal o sádico, la ame al oírla con esa sinceridad tan característica. Todo era perfecto y a cada problema siempre venía todo mejor después.

Sabía todo esto, pero todo era tan embriagante y de una delicia que sólo conocen aquellos cercanos al amor, que uno no puede arrepentirse del mareo, cruda, o sinceridad total que se da en su entrega. Y después de ella, salimos pocas veces, pero de magnifica experiencia y sensación, la dejaba minutos y extrañaba su compañía más de lo que la extrañaba después de unos días, pero esta regresaba a su normalidad. El orgullo me mantenía fuerte e intentaba no necesitar, pero como cualquier droga, nadie quería dejarla hasta cercana su muerte. Sentía que a partir de problemas que ella tenía en que no llegaba a interferir más que como apoyo, la perdía, la perdía lentamente.

Un día no contesto-debe estar ocupada como siempre, o dormida, esta bien- segundo día, tercer día – no lo tolere, entre semana, sin teléfono, que se joda, que me llame ella, yo le hablare la próxima semana- cinco días después encontré a su prima, mi único contacto con ella, pregunté si sabía algo, responde –esta súper bien- hubo una breve alegría seguida de una ira aun más suave, - dile que me tiene un poco enojado- no supe más de ella hasta dentro de dos meses en una pagina de Internet. La traición a una honestidad fue precedida por la depresión, y considere eso su adiós, una forma sutil pero entendible a mi persona.


No pude evitar esa sensación de soledad que me arropaba y que siempre había existido hasta creer tenerla y haberse desvanecido, el vació desapareció, aunque ella no estaba, no estaba más. Ya hace mucho tiempo tenía la certeza de que moriría solo y estaba conforme con eso, pero ahora temía a la idea y lloraba sofocando el sonido, las lagrimas brotaban amargas, y no me arrepentía de nada, amaba ese dolor y sabía era parte de todo, ¿cómo podía ser qué esa tristeza asentara tan bien? Tenía que dejarla, dejar de amar, pero no lo deseaba, el corazón una vez de hielo se derretía y ardía en fuego mientras agujas heladas lo agujeraban como lluvia ácida; pero pronto en días, semanas de enterrar y plantar el odio que nunca muere, que me daba fuerza y hacía indiferente al mundo, regrese a un estado mediocre donde no era uno ni otro.


Comencé a olvidar, las sensaciones se perdían y se difuminaban de gris, el mundo me fue indiferente, nada importaba de nuevo… la extrañaba tanto.




Epístola: una última declaración

¿Que si me gustas? nunca te deje de amar, sólo trate enterrar todo en lo profundo de mi alma, donde la luz de tus ojos no podrá hacer arder nada y en donde ellos me torturarían hasta morir. De sustituir el cariño por desprecio, pero no funciono. Pero no muero y toda sensación cae en el olvido que se manifiesta en el conciente sin que este sepa la razón.

Honestidad ¿la hay entre nosotros? Si es así, he fallado pero ahora intentare corregir mi falta, aunque sea tarde. Me hiciste sentir el abandono, la soledad de una nueva manera, mi corazón de hielo se derretía y el dolor en él fue literal y metafórico sobre el alma, pensando en ella fuera de la biología humana. Fui engañado y no por infidelidad, esta nunca importo tanto como la emocional. Recordé tus palabras y tus promesas incumplidas, me dije: que son las palabras de alguien que no cumple sus promesas, dude de tu amor y dude del mío, las frases románticas perdieron sentido sin dejar su belleza a un lado. Una ilusión, todo fue una ilusión que desaparece después de la lluvia en el desierto. La noche caía, la presión se cernía sobre mi pecho, te extrañaba, te extrañaba demasiado y las lagrimas brotaban y corrían a través de un arroyo que esta casi seco, ahogaba los sollozos sin saber como.

Puede que sea paranoia o mi estupidez esta falsa teoría que creo fue cernida en mis amigos y con ella, su desprecio a ti, al que acabo de descubrir soplando al polvo del pasado, antes de que me dejaras de hablar o durante, saliste con ese tipo, y me decías no tener tiempo, le escribiste te amo de una forma que nunca fue conmigo y un nick que nunca me fue. Él te engaño, cosa que nunca haría yo. Rabia y tristeza fluyeron con este pensamiento hasta que desemboco en un vacío del que soy dueño.

Adiós.