domingo, 28 de marzo de 2010

Sonríe al final



El asesino sonriente, el bailarín de año nuevo,

el que saluda a los ángeles apocalípticos

al mirar el vacío en un tajo de medio león.


Un siete infinito del cielo atravesado

por el millar de navajas pestañeantes

en los cambios de lunáticas luces lunares,

en el beso impreso en papel el amor se perdió

en el tiempo como la oscura tinta derramada en mi sangre.


Él pasó tiempo al salto de la cuerda y tragó

buscando la llave en sorbos sabihondos

y, clavado sobre la lapida la fecha abstracta,

viene conmigo y la fiebre amarilla

al lugar de primates desterrados.

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