lunes, 15 de marzo de 2010

Stillover

Escuchaba atentamente, mirando su rostro y gestos, ella hablaba de su vida, sus problemas, sus viejas relaciones. Su persona tenía algo adictivo aunque en ese momento no lo supiera, de ella emana una luz que no puede ser vista, su tacto era calido, su voz relajante y energética. A pesar de los temas duros que se tocaban, no mostraba amargura o dolor ante ellos, la he querido desde hace años. Admiraba su optimismo, su inteligencia; no era idealista en sus razones para demostrar su alegría, sus argumentos me parecían bien fundados, aunque no las comprendiera del todo, siendo yo de un pensamiento negativo, aunque lo considere mas bien realista.

La conversación fluye como la cerveza, mis palabras se limitan a breves frases para expresar opiniones y pedir una ronda más, de vez en cuando su teléfono sonaba.

-¿Por qué no contestas?
-Es Joel, siempre llama, y no entiende que no, que ya no lo quiero, esta todo obsesionado.
-Mmm, y ¿por qué no contestas y lo dejas así?
-No paga él, sino sus padres
-Que lo regañen
-No lo hacen
-Mmm, si mejor no contestes.
-Sí


Pronto todo terminaría, sin saber cuando la volvería a ver, la acompañe lo más cerca de su casa que me fue posible y en un impulso disimulado la abrace, la mordí deseando comerla sin matarla, saborearla por siempre. Se fue.

El sentimiento se movía al igual que el caracol dejando su ligero rastro baboso, la semilla existía, la luz que la tocaba surtió efecto. Y un día cuando la sensación me ahogaba y el alcohol corría alegre por mis venas, un mensaje surgió – te quiero y me gustas demasiado, más de lo que podría soportar- no hubo respuesta hasta días después.

Surgiendo con un tono de burla y dicha “que buen mensaje desvelador, lastima que no tenía crédito”. Acordamos en salir, pero no dejamos de hablarnos, la poesía se daba y sentía la competencia por ver quien escribía algo más bello que el otro, quien enamoraba o estaba más enamorado. Ella ganaba las batallas con su prosa poética de su historia y yo defendía mi afecto en un intento de versos, que eran opacados pero bien apreciados.

A la voz del teléfono, difícilmente se dejaba la conversación, narrábamos nuestros días, problemas y sensaciones: tristezas, alegrías, extrañamientos y extrañezas, todo era tan interesante y nuevo, tan doloroso y lleno de gracia. Cada noche esperaba su llamada, mi dosis, dormía intranquilo sin ella, pero a veces pasaba. Me enamoraba de ella, pero ¿quien no lo hubiera hecho, el homosexual, su mejor amiga, el sacerdote? Cualquiera era indefenso de su encanto que hechizaba de diversos modos al mundo. ¿Quien no se hubiera enamorado de aquella criatura de piel morena, y luz sin fin? Los hombres eran moscas electrificadas a la luz. Llegue a considerarla un imán que atraía a los demás y por ello nunca estaría sola, pero por eso mismo lastimaba al no tener tiempo para todos. Yo me veía diferente, como aquel personaje que puede acercarse sin llamar la atención, aquel que influye pero no necesita de nadie, una persona solitaria.

Ahora estaba enamorado aunque no lo aceptara, había cambiado y mi humanidad se reflejaba en mis palabras y mi cara, me volví ajeno a lo que era, extrañaba a mi viejo ser, pero amaba lo que sentía. Me hice a la idea de deber confiar en ella, romper la idea de desconfianza hacia todo el mundo, hallando en cada uno una traición en potencia, claro, esto no dejaba de ser cierto, pero era algo que intentaba evitar.

Nos vimos en el centro a las 6 y media de la tarde, llegando ella media hora tarde y yo diez minutos antes de su llegada.

Me quite los auriculares y mientras me preguntaba ¿cómo estaba? Yo la envolvía en mis brazos, respondiendo –bien, ya bien- era tan sano ese cariño y tan enferma la desesperación de querer hacerlo, de pensar que lo necesitaba, y ahora todo estaba bien.

Caminamos sin toque alguno después, no la pude mirar a los ojos y no me atreví a tomar su mano, hablamos como viejos amigos como si nunca palabras de amor hubieran sido profesadas. Mi rostro y actitud no mostraron nada, mi sistema de defensa aun estaba activo, y reprimía toda emoción antes de ser emitida, aunque ahora podía sentirla fluyendo tras la capa de la piel y músculos que ocultaban mi alma ardiendo.

Pidió mi compañía a casa de su prima, su antiguo hogar, al que pensé me haría pasar, cuando salio anfitriona, haciendo presunción de mi y mi cabello, la salude con gusto y desconcierto, esperaba entrar, cuando ambas se despidieron de mi, y ella mi amor perdiéndose en la oscuridad mando un beso al cual correspondí con incierto. Ande rumbo al zócalo, una vez ahí me senté, fume un cigarrillo y medite en lo sucedido. No encontré respuesta mas que, que ella se había arrepentido, sufrido mucho por hombres o que al estar a mi lado y ver mi inexpresividad, creyó mis palabras bazofia.

Llegue a mi pedazo de abismo, sentándome frente a una luz que emanaba, sabiduría, estupidez y mantenía mi contacto con gente que creía viva. Y ahí estaba, le hable sin soportar la duda, ¿qué paso? ¿Qué fue eso? Fue natural y hermoso confesar los secretos que nos protegían el uno del otro, desnudamos nuestro pensamiento y supimos que no teníamos armadura más que un mecanismo oscuro y una burbuja rosada. Desarrolle un plan, sabía como ayudarla.

Un par de semanas después en un bar café, nos veíamos de nuevo charlando de todo, pero estaba dispuesto y preparado para romper con su envoltura imaginaria que la alejaba, había inhibido mi defensa para ello, hallándome desnudo asolando la mascara. Me deleitaba con su voz y la miraba, un deseo marcho junto con mi plan, entonces intente mirar sus ojos y nunca perderlos de vista, intente robar la luz que emanaba. Ella lo noto, pidiendo que dejara de mirarla así, pero me negué, me evadía pero era imposible que no sentir esa intensidad sobre decir te quiero con sólo mirar, me pregunto como habrá sido el tiempo para ella, si fueron segundos, minutos, horas de tortura o tentación. – ¡Al diablo te voy a besar!- me acerque un poco, y tiro de mi cabello suavemente tomándome de la nuca.


Me beso, esperaba unos labios más suaves, diferentes. Pero en cambio fueron tensos en una maniobra hábil, en la que dominaban mis labios que parecieran no dejar, y nunca creí poder extrañar tanto ese beso nervioso que después se torno natural irradiando un fragmento del sentimiento inexpresable.

La relación se tornaba difícil al menos para mi, no entendía muchas cosas, ni las actitudes que debía asumir, le hacía mil preguntas que discutíamos tranquilamente, era tan feliz en esa complejidad e ignorancia, no lo llegaba a saber todo pero siempre aprendía. Una o más veces me confeso el temor que sentía por la extravagancia de mi pensamiento a pesar de que no fuera brutal o sádico, la ame al oírla con esa sinceridad tan característica. Todo era perfecto y a cada problema siempre venía todo mejor después.

Sabía todo esto, pero todo era tan embriagante y de una delicia que sólo conocen aquellos cercanos al amor, que uno no puede arrepentirse del mareo, cruda, o sinceridad total que se da en su entrega. Y después de ella, salimos pocas veces, pero de magnifica experiencia y sensación, la dejaba minutos y extrañaba su compañía más de lo que la extrañaba después de unos días, pero esta regresaba a su normalidad. El orgullo me mantenía fuerte e intentaba no necesitar, pero como cualquier droga, nadie quería dejarla hasta cercana su muerte. Sentía que a partir de problemas que ella tenía en que no llegaba a interferir más que como apoyo, la perdía, la perdía lentamente.

Un día no contesto-debe estar ocupada como siempre, o dormida, esta bien- segundo día, tercer día – no lo tolere, entre semana, sin teléfono, que se joda, que me llame ella, yo le hablare la próxima semana- cinco días después encontré a su prima, mi único contacto con ella, pregunté si sabía algo, responde –esta súper bien- hubo una breve alegría seguida de una ira aun más suave, - dile que me tiene un poco enojado- no supe más de ella hasta dentro de dos meses en una pagina de Internet. La traición a una honestidad fue precedida por la depresión, y considere eso su adiós, una forma sutil pero entendible a mi persona.


No pude evitar esa sensación de soledad que me arropaba y que siempre había existido hasta creer tenerla y haberse desvanecido, el vació desapareció, aunque ella no estaba, no estaba más. Ya hace mucho tiempo tenía la certeza de que moriría solo y estaba conforme con eso, pero ahora temía a la idea y lloraba sofocando el sonido, las lagrimas brotaban amargas, y no me arrepentía de nada, amaba ese dolor y sabía era parte de todo, ¿cómo podía ser qué esa tristeza asentara tan bien? Tenía que dejarla, dejar de amar, pero no lo deseaba, el corazón una vez de hielo se derretía y ardía en fuego mientras agujas heladas lo agujeraban como lluvia ácida; pero pronto en días, semanas de enterrar y plantar el odio que nunca muere, que me daba fuerza y hacía indiferente al mundo, regrese a un estado mediocre donde no era uno ni otro.


Comencé a olvidar, las sensaciones se perdían y se difuminaban de gris, el mundo me fue indiferente, nada importaba de nuevo… la extrañaba tanto.




Epístola: una última declaración

¿Que si me gustas? nunca te deje de amar, sólo trate enterrar todo en lo profundo de mi alma, donde la luz de tus ojos no podrá hacer arder nada y en donde ellos me torturarían hasta morir. De sustituir el cariño por desprecio, pero no funciono. Pero no muero y toda sensación cae en el olvido que se manifiesta en el conciente sin que este sepa la razón.

Honestidad ¿la hay entre nosotros? Si es así, he fallado pero ahora intentare corregir mi falta, aunque sea tarde. Me hiciste sentir el abandono, la soledad de una nueva manera, mi corazón de hielo se derretía y el dolor en él fue literal y metafórico sobre el alma, pensando en ella fuera de la biología humana. Fui engañado y no por infidelidad, esta nunca importo tanto como la emocional. Recordé tus palabras y tus promesas incumplidas, me dije: que son las palabras de alguien que no cumple sus promesas, dude de tu amor y dude del mío, las frases románticas perdieron sentido sin dejar su belleza a un lado. Una ilusión, todo fue una ilusión que desaparece después de la lluvia en el desierto. La noche caía, la presión se cernía sobre mi pecho, te extrañaba, te extrañaba demasiado y las lagrimas brotaban y corrían a través de un arroyo que esta casi seco, ahogaba los sollozos sin saber como.

Puede que sea paranoia o mi estupidez esta falsa teoría que creo fue cernida en mis amigos y con ella, su desprecio a ti, al que acabo de descubrir soplando al polvo del pasado, antes de que me dejaras de hablar o durante, saliste con ese tipo, y me decías no tener tiempo, le escribiste te amo de una forma que nunca fue conmigo y un nick que nunca me fue. Él te engaño, cosa que nunca haría yo. Rabia y tristeza fluyeron con este pensamiento hasta que desemboco en un vacío del que soy dueño.

Adiós.

3 comentarios:

  1. wow es simplemente hermoso..omg creo que llorare ..es realmente bueno me gusto muchoo!!..porque no me habias dicho que tenias blog!! jum! jjajja vale seguire usmeando x aqui jajjaja
    ..lala..

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  2. Shiale... weman.. por que parece que todos pasamos por versiones alternativas de un cuento que es demasiado trillado... jajaja y apesar de ser trillado ... cada uno lo sufre diferente... pero al final se llega al mismo resultado... .. exelente cuento weman ... ves mis ojos? ahi deberian estar las lagrimas... jajaja desgraciadamente me las acabe ...

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  3. weman gay jajaja ps hay la llevas te la rifas asi como soy me atreveria a decirte puto gotico de mierda jaja aunk ni al caso verdad solo lo haria para molestar jaja saludos jaja att:fumanchu!!

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